Siguiendo con el análisis de la iniciativa de despenalización total del aborto en la Ciudad de México que tienen en sus manos los diputados locales para su próxima discusión, hay varias aristas que consideramos oportunas de tomar en cuenta.
En primer lugar, creemos que la mujer embarazada con alguna vulnerabilidad no requiere de un aborto para resolver su vulnerabilidad; requiere de una atención integral y un apoyo que actualmente o no tiene o deja mucho que desear.
Está documentado, por ejemplo, que la mujer embarazada se encuentra a la cabeza de la discriminación laboral. Y el Coneval tiene diversos estudios que demuestran que la mujer y màs aquella en situación de pobreza o vulnerable tiene menos posibilidades de tener un acceso integral a la salud.
¿Qué tipo de sociedad somos cuando se decide quitar el trabajo a una mujer embarazada? ¿La orillamos a que se deshaga de su hijo y enseguida le llenamos la mente con mensajes de que se ha liberado? ¿Eso es liberarse?
Se justifica el aborto bajo la premisa de que debe ser una decisión de la mujer, pero ¿cuál es la base de la decisión que está tomando la mujer embarazada en estado vulnerable si desde las leyes prácticamente se le quiere orillar a que su decisión debe ser realizarse un aborto?
¿Realmente se le está dando a la mujer embarazada en estado vulnerable la oportunidad de decidir?
Y otra consideración: ¿cuál es la información con la que contamos para poner sobre la mesa iniciativas como esta?
Según un estudio del Diario de Psicólogos y Cirujanos Americanos de los Estados Unidos, el
58% de las mujeres que abortaron lo hicieron para hacer feliz a alguien más; mientras que el 28% lo hicieron para no perder a su pareja.
Según este estudio, los abortos en los Estados Unidos se realizan no por libertad de la mujer; todo lo contrario, se hacen como una nueva forma de sometimiento, en la cual la mujer debe sacrificar la vida de su hijo para que alguien más sea feliz, dejándole a ella las secuelas físicas y psicológicas de haber dado muerte a su propio hijo.
Según datos del CDC y el Lozier Institute, el riesgo de mortalidad materna al hacerse un aborto aumenta en 38% cada semana adicional después de la semana 8 de embarazo.
Este dato desmiente la afirmación de que la despenalización del aborto es para evitar muertes maternas, cuando el resultado es todo lo contrario.
La unidad de análisis estadísticos STAKES, de Finlandia, documentó que una mujer que aborta voluntariamente tiene cuatro veces mas posibilidades de morir en el transcurso de un año después al suceso que una mujer que llega al parto.
En México, no contamos con este tipo de estudios. Las legislaciones en materia de aborto se han realizado usando estadísticas falsas, sofismas y posiciones ideológicas que se niegan a dialogar con la ciencia.
Con la propuesta que se quiere analizar en el Congreso local, en lugar de resolver las necesidades reales de atención en materia de salud, se generará un mercado de abortos, el cual, como ya vimos, es un mercado forzado por las circunstancias sociales de la maternidad, por la discriminación asociada, disfrazada de falsos derechos y logros de la mujer.
Seguimos encomendando a todas las mujeres de este país, especialmente a aquellas que se encuentran embarazadas, para que la bendición de la vida que portan en su vientre pueda ser acogida familiar y socialmente, conforme toda mujer merece y necesita.
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