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 Juan 14,9
“El que me ha visto a mi
ha visto al Padre; ¿Cómo, pues, dices tú: ¿Muéstranos al Padre?”.
Mateo 23,8
“Pero ustedes no dejen
que les llamen Maestros; porque uno es su Maestro y todos ustedes son hermanos”.
Mateo 5,48
“Sed, pues, vosotros
perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”.
        5. Elpadredebeenseñaralhijolos caminos de la fraternidad que libera de los odios y prejuicios. Esta no es una labor optativa, la hermandad entre los hombres es el sueño y el objetivo de Jesús, y debe serlo también para el papá cristiano. Claro que el papá debe vivir primero esa fraternidad, hacerla un modo de vida, para que el hijo la aprenda desde la cuna y se convierta en una forma de vida y no sólo una teoría (Mateo 23,8).
   7. Elpadredebeviviry mostrar al hijo el itinerario espiritual de la oración que Jesús nos enseñó. Reconocer a Dios en su vida como Padre, origen y sostén amoroso de la vida, Padre común de todos que es, al mismo tiempo, un papá amoroso, cuidador y providente que merece ser santificado con nuestra forma de vivir en el mundo, cumpliendo su voluntad liberadora para todos los hombres. Vivir así es enseñar al hijo la oración que Jesús enseñó a sus apóstoles. Así, se estará enseñando al hijo el camino para vencer al mal (Mateo 6,9-13).
  6. Elpadredebeserperfectoenla caridad. No hablamos de una perfección al estilo griego, en la cual no existe el error o la carencia. Eso es imposible. Lo que quiere decirnos Jesús es que nuestro esfuerzo por vivir en el amor, el servicio, la tolerancia, el perdón, la mansedumbre, etcétera, debe ser el objetivo irrenunciable del discípulo. El padre debe enseñar, con el ejemplo y la palabra, que sólo el esfuerzo habitual por buscar la perfección en la caridad (amor) puede llevarle a la plenitud que todos buscamos desde el fondo de nuestro corazón (Mateo 5,48).
8. Sobretodaslascosas,unpapá debería imitar la actitud del padre misericordioso de la parábola. Un padre que no pide explicaciones al hijo que ha errado el camino, no le lanza una retahíla de improperios, no le restriega en la cara su error, sino que lo acoge con ternura infinita, lo llena de besos y lo recibe con los brazos abiertos, hace fiesta por él y olvida el agravio. Es la mejor corrección, hacerle saber que le ama a pesar de todo. El mismo hijo, tarde o temprano, se dará cuenta, en lo más profundo de su corazón, que los errores tienen consecuencias, pero que el amor es capaz de redimirlo todo (Lc 15, 11-32).
  Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un liber- tino. «Cuando hubo gastado todo,
sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a
sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba... (Lucas 15, 1-3. 11-32)
Escanea
EL CÓDIGO PARA CONOCER LA PARÁBOLA COMPLETA.
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