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 página 4 L’OSSERVATORE ROMANO
domingo 19 de junio de 2022
 Atentados contra los cristianos en Nigeria Un largo rastro de sangre
 Un rastro de sangre del que no se ve el final. El ataque a la iglesia de San Francisco Javier en O wo es sólo el último atentado contra los cristianos nigerianos, asesinados, apedrea- dos, torturados y secuestrados por grupos armados de diversa procedencia, unidos por una violencia sin límites que, según el últi- mo informe de Puertas Abiertas, hace que Nigeria —donde los cristianos son el 46,3% de los más de 200 millones de habitantes, se- gún datos recientes de Ayuda a la Iglesia Necesitada— tenga un triste récord: es el país donde más cristianos mueren en el mundo. En 2021 fueron asesinados más de 4.600, el 78% de los asesinados en todo el mundo.
En general, en los primeros meses de 2022, de enero a marzo, hubo casi tres mil víctimas civiles en el país africano, según la informa- ción difundida por el Nigeria Security Trac- ker, en una triste lista que no diferencia por religión o etnia.
En el estado nororiental de Borno, no hace ni un mes, milicianos de Iswap, el autodeno- minado Estado Islámico en la Provincia de África Occidental, mataron a una veintena de cristianos en venganza —lo hicieron saber en un vídeo— por el asesinato del líder del grupo, Abu Ibrahim al Hashimi al Qurays- hi, en Siria a principios de este año. En So- koto, en el estado norteño del mismo nom- bre, la estudiante cristiana Deborah Samuel fue asesinada el 12 de mayo a manos de una turba enfurecida que la acusó de blasfemia:
apedreada y quemada por sus propios compañeros de univer- sidad por un mensaje escrito en WhatsApp considerado ofensi- vo para el profeta Mahoma.
El verano pasado, un grupo de cristianos —entre ellos muchos niños— fue masacrado con cu- chillos y armas de fuego en la aldea de Yelwa Zangam, cerca de Jos, en el centro-norte de Nigeria.
Las fiestas navideñas se han visto ensan- grentadas en varias ocasiones por las atroci- dades de los extremistas. Ocurrió en 2020, en la víspera de Navidad, cuando los yiha- distas de Boko Haram atacaron la aldea de Pemi, en el estado de Borno, matando al me- nos a 11 personas, quemando una iglesia, sa- queando los almacenes de alimentos y medi- cinas y luego incendiando un hospital.
El año anterior, Iswap, de nuevo en represa- lia por el asesinato de líderes en Oriente Medio, había publicado un vídeo de 11 cris- tianos ejecutados en el norte del país.
En 2018, fue la Iglesia nigeriana, con monse- ñor Ignatius Ayau Kaigama, entonces arzo- bispo de Jos, ahora en Abuja, quien consi- deró que había habido “colaboración entre Boko Haram y grupos de pastores nómadas Fulani” en la masacre de abril en el estado de Benue, cuando murieron dos sacerdotes y al menos 16 fieles.
Ese mismo año, en febrero, 110 niñas desa-
parecieron después de que los extremistas de Boko Haram atacaran una escuela en Dapchi, estado de Yobe (Nigeria). El guión fue el mismo que en abril de 2014, cuando los yihadistas atacaron una escuela secunda- ria de niñas en Chibok, en el estado de Bor- no, secuestrando a 276 estudiantes. Algunas fueron liberadas, pero muchas de esas niñas nunca han sido encontradas.
Otra masacre durante la celebración de una misa dominical tuvo lugar en agosto de 2017, en una iglesia católica del estado de Anambra, en el sur. El ataque durante un ve- latorio en Mubi, en el este del estado de Adamawa, en el que murieron 17 personas, se remonta a 2012.
También golpea a la Iglesia nigeriana la tris- te lacra del secuestro de religiosos y religio- sas. En las últimas semanas, el padre Joseph Aketeh Bako, párroco de la iglesia católica de San Juan de Kudenda, en el estado de Kaduna, murió en manos de sus secuestra- dores, tras ser secuestrado por hombres ar- mados el 8 de marzo. En los últimos días, el padre Stephen Ojapa y el padre Oliver Okpara fueron secuestrados, llevados a la fuerza junto con otras dos personas en el es- tado norteño de Katsina.
A principios de mayo, el padre Alphon- sus Uboh, párroco de la iglesia San Pío X, fue secuestrado en el estado de Akwa Ibom, en el sur del país.
Otros sacerdotes habían sido secuestra- dos en marzo: el padre Felix Zakari Fidson, secuestrado el 24 de marzo en la diócesis de Zaria, estado de Kaduna, fue liberado el 3 de mayo, y el padre Leo Raphael Ozigi, párro- co de la iglesia de Santa María, estado de Níger, secuestrado el 27 de marzo, fue libe- rado la noche del 8 de abril.
 

















































































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