Page 27 - Impreso
P. 27

 domingo 1 de mayo de 2022 L’OSSERVATORE ROMANO página 3
Celebración de la Pasión el Viernes Santo Francisco y la cruz en silencio
   El Papa besa la cruz y luego la levanta en al- to, para presentarla a la adoración de toda la humanidad: un gesto fuerte, envuelto en ese particular silencio que el Viernes Santo acompaña a la celebración de la Pasión del Señor. A las 17 horas, en la Basílica de San Pedro, Francisco presidió el rito con la litur- gia de la palabra, la adoración de la Santa Cruz y la Santa Comunión. Precedido por el rosario.
Al llegar en procesión ante el altar de la Con- fesión, el Papa se recogió en oración. En si- lencio y con la basílica en esa penumbra que proporciona la esencia espiritual del Viernes Santo. El Papa se situó en el pilar donde se encuentran las estatuas de San Francisco de Paula y San Pedro Fournier. Detrás de él es- taba la cruz que conmemora el quinto cente- nario de la evangelización del nuevo mundo. La liturgia de la palabra comenzó inmediata- mente con la primera lectura y el salmo en italiano, la segunda lectura en inglés y el can- to, en latín, de la Pasión del Señor según Juan.
El cardenal Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, propuso la meditación, se- guida de un tiempo de silencio para la refle- xión personal. El texto de la homilía está pu- blicado en esta página.
Después de que Francisco pronunciara la oración universal del Viernes Santo, el diáco- no propuso 11 intenciones de oración en la- tín: al final de cada una el Pontífice dijo la oración correspondiente. Se rezó por la Igle-
sia, por el Papa, por todos los fieles, por los catecúmenos, por la unidad de los cristianos, por los judíos, por los que no creen en Cristo, por los que no creen en Dios, por los gober- nantes, por los que sufren a causa de la gue- rra y por los que están en momentos difíci- les.
A continuación comenzó la segunda parte de la celebración: la adoración de la Santa Cruz. El diácono llevó la cruz en procesión por la nave central de la basílica haciendo tres paradas, durante las cuales un cantor de la Capilla Sixtina entonó tres veces el Ecce lig- num Crucis, in quo salus mundi pependit. En cada pausa, el diácono levantaba la cruz en alto. El diácono presentó la cruz a Francisco, que realizó una adoración silenciosa y la selló con un beso. A continuación, el Papa presentó la cruz —levantándola, de nuevo en silencio— para que fuera adorada por todos los presen- tes. A continuación, el diácono llevó y colocó la cruz delante del altar de la Confesión.
El Santísimo Sacramento fue colocado en el altar y llevado por el diácono desde la Capi- lla de la Reposición a través de la nave. Una vez en el altar, el Papa dirigió el rezo del Pater noster y comulgó. Después de la comunión, la celebración terminó con la oración sobre el pueblo pronunciada por el Pontífice y luego en silencio, tal como había comenzado. Estaban presentes 30 cardenales, entre ellos Re, decano del Colegio de Cardenales, y el Secretario de Estado, Parolin. Veintitrés ar- zobispos y obispos, numerosos sacerdotes.
Con el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede estaban los arzobispos Peña Parra, sustituto para Asuntos Generales, y Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados; monseñor Cona, asesor, y Wa- chowski, subsecretario para las Relaciones con los Estados. Los monaguillos fueron es- tudiantes salesianos.

























































































   25   26   27   28   29