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  él jamás pudo llevarse bien, así que luego de escaparse del hogar más de una decena de veces, fue enviado a aquella escuela de Río Verde. Y fue a su regreso de San Luis Potosí cuando se enteró de que su padre había fallecido.
EL CAMINO DEL SEMINARIO
Lo que don Eduardo del Castillo no hizo en vida por sus hermanos y por él –señaló el actor-, sin querer llegó a hacerlo con su muerte: debido al trágico incendio, el go- bierno ofreció a las familias de los acae- cidos becas para que los hijos estudiaran en la escuela que qui-
 sieran. “Mi mamá de- cidió meterme en el Internado de los Her- manos Maristas en México, y ahí comencé mi secundaria”.
Al llegar a México,
de las primeras cosas que hizo fue ir a Basílica de Guadalupe. Muchos en España le encargaron traerle a la Virgen sus oraciones.
Eric del Castillo re-
lata que un día, en que
iba a tener vacaciones
y se había alistado con
un trajecito para salir
del internado, llegó un
sacerdote salesiano y
expresó algo que lo
sacudió internamente:
“Piensen –dijo– que
allá, en una isla lejana,
hay un sacerdote misio-
nero enfermo, que está muriendo y no hay nadie que lo sustituya”.
Eric del Castillo. “Los Malvados” 1966. CONÓCELO
Te decimos quién es Eric del Castillo
Es actor, guionista y director de teatro, cine y televisión mexicano, en activo desde 1954.
Ha actuado en más de 53 novelas, en más de 40 obras de teatro y cerca de 300 películas.
Ha obtenido cuatro premios TV Novelas y ha estado nominado en otras 7 ocasiones.
Quiso ser sacerdote en su adolescencia, pero Dios tenía otros planes para él.
prescripción médica, le impediría leer du- rante largo tiempo.
“Eso significaba mi salida del Seminario. Y así me lo dijo el Rector. Fue un duro golpe. Agarré una cobija, hice mi tambache, y me despedí de quien encontré al paso”, recuerda el actor mexicano.
LA ACTUACIÓN, SIGUIENTE
Y ÚLTIMA PARADA
Cuando Eric llegó a casa, su madre se de- cepcionó, pues pensó que había abando- nado el Seminario por capricho. Luego fue ella misma quien le sugirió estudiar ac- tuación en la Escuela de Arte Dramático Andrés Soler, lo cual a él le sonó como un disparate, así que no fue.
Un día pasó por dicha escuela, vio abier- to el portón, se asomó y pidió permiso para visitar las instalaciones.
“Vi fotos de María Félix, Pedro Armen- dáriz y otros. ¡Fue como si me hubiera caído un rayo! Me dije: ‘¡Quiero ser actor!’”, expresó. Ingresó a la escuela y comenzó con algunas actuaciones menores, y se le fue abriendo un abanico de oportunidades en el que ha interpretado todo tipo de pa- peles, como el de sacerdote, que en un futuro próximo volverá a interpretar en una telenovela.
   Esas palabras fueron una “bomba” para él. Al poco tiempo ingresó al Seminario Mexicano de Misiones Extranjeras, cono- cido hoy como los Misioneros de Guada- lupe. “Yo juraba y perjuraba que mi vocación era ser sacerdote”.
Metido ya de lleno en sus estudios re- ligiosos, y feliz de su elección, acudió un día a un lugar donde había una alberca tan sucia que nadie se atrevía a usarla; en vez de agua, tenía un lodo lleno de natas. Fue sumergido en esa alberca de cabeza por un “grandulón abusivo”, de lo cual sacó una severa infección en los ojos que, por
    “Yo juraba y perjuraba que mi vocación era ser sacerdote”, aseguró a Desde la fe el actor.
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DesdelaFeOficial 1 de mayo de 2022 11
 Foto: Cortesía





























































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