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COMPRENSIÓN DEL EVANGELIO
   ASolemnidad de Pentecostés (Jn 20, 19-23)
l anochecer del día de la Resurrec- vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo ción, estando cerradas las puertas de les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el la casa donde se hallaban los discípu- Padre me ha enviado, así también los envío yo”. los, por miedo a los judíos, se presen- Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: tó Jesús en medio de ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen
“La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró los pecados, les quedarán perdonados; y a los que las manos y el costado. Cuando los discípulos no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.
     COMENTARIO
Por MONS. SALVADOR MARTÍNEZ
          El Espíritu Santo, un amigo poco conocido
U no de los valores más no- tables de la fe judeo cris- tiana es la afirmación de que, siendo Dios algo dis- tinto a todo lo creado, no identificable ni con lo grande ni lo pequeño, no identi- ficable con las fuerzas de la naturaleza, totalmente más allá de cualquer repre- sentación, de todas formas está presente y actuante a lo largo de la historia de la
humanidad.
Los salmos son muy elocuentes a pro-
pósito de esto, cuando dicen: “cuando te llamé me escuchaste y salvaste mi vida...” (Sl 138,3) No cabe duda que para nosotros cristianos la encarnación es la clave para afirmar que Dios está entre nosotros, pues Él mismo se hizo uno de nosotros para ofrecernos la salvación con su muerte y resurrección. Si lo reflexionamos dete- nidamente deberemos afirmar que el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo han estado presentes a lo largo de toda la historia de la humanidad.
Sin embargo, esta fiesta de Pentecostés nos recuerda en particular que la vida de la comunidad cristiana está especial- mente asistida por la presencia del Es- píritu Santo. En el Evangelio escuchamos que no podríamos entender a Jesucristo si no es por la asistencia del Espíritu Santo. Tampoco podríamos poseer ni perseverar en la gracia de la salvación si el Espíritu Santo no nos hiciera capaces
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de ello. Por este motivo es importante que nuestra vida cristiana esté marcada por una constante experiencia de amistad con el Espíritu Santo.
No es lo mismo actuar movidos por Él siendo concientes de ello que vivir completamente inconscientes de su ac- ción. Quien conoce el modo en que Dios nos ayuda y acompaña por medio del Espíritu, puede invocar su ayuda e inter- vención en los momentos difíciles, y dispone naturalmente su ánimo a ser consolado y sustentado por Él.
“Cuando te llamé me escuchaste y salvaste mi vida...” (Sl 138,3)
  14 23 de mayo de 2021 desdelafemx desdelafe.oficial desdelafe DesdelaFeOficial www.desdelafe.mx
















































































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