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                                              Indulgencia por un difunto
Este 2 de noviembre gana la indulgencia plenaria para un difunto, cumpliendo las siguientes condiciones:
TEMA DE PORTADA /
              MANIFESTA
un rechazo firme al pecado.
UN DESEO
claro de ganar la indulgencia.
CONFIÉSATE
si no estás en gracia ante Dios.
PARTICIPA
en una Misa para los Fieles Difuntos.
HAZ TU PETICIÓN
de indulgencia para el difunto.
ORA
por las intenciones del Papa Francisco.
       especialista en Liturgia, explica que en esta solemnidad no sólo se recuerda a los santos canonizados por la Iglesia; “sino a todas aquellas personas que hoy gozan de la presencia de Dios, mismas que, aunque sus nombres no se encuen- tren enmarcados, sí alcanzaron la meta del Bautismo: la santidad”.
¿A QUIÉNES
CONMEMORAR?
El padre Alberto
Medel señala que,
si bien no tenemos
la certeza del esta-
do de nuestros fa-
miliares o amigos
fallecidos, en el
fondo sentimos
que hubo algunos
que nos dieron un
buen testimonio
de fe, que trataron
de vivir todos los
días conforme al
Evangelio; “las
imágenes de ellos las podemos destacar en un lugar dentro de la ofrenda: ya sea la abuelita, la mamá, un tío o cualquier otra persona que con acciones concretas de vida cristiana nos inculcaron valores”.
CÓMO RECORDARLOS
El 1 de noviembre, la Iglesia Católica tiene en su liturgia una celebración par- ticular, una Solemnidad es, discípulos de Cristo, que se esforzaron por vivir los valores del Evangelio y ahora gozan de la presencia del Creador en el Cielo.
 Este día se puede obtener la indulgencia para un difunto, es decir, ayudarlo a salir del Purgatorio a través de esta gracia.
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 Los fieles difuntos que aún purgan sus penas
 EL DÍA DE LOS FIELES DIFUNTOS es con- memorado por la Iglesia Católica cada 2 de noviembre –un día después de la Solemnidad de Todos los Santos–, a fin de recordar que hay personas bautizadas que aún están en el Purgatorio, herma- nos nuestros en el Bautismo, que siguen unidos a Cristo por el Espíritu Santo y que, por lo tanto, no dejan de ser hijos de Dios.
El padre Sergio Román, quien fue sa- cerdote de la Arquidiócesis de México y especialista en religiosidad popular solía decir: “el Purgatorio ya es el Cielo...pero todavía no”.
En este sentido, explicaba el sacer- dote que a la presencia de Dios sólo podremos llegar limpios de pecados, mismos que, si bien nos son perdonados por los méritos de Jesús –a través de los signos del Bautismo, la Reconciliación y la Unción de los Enfermos–, para poder expiarlos en vida debemos cumplir con las reparaciones de daños establecidas en la penitencia; “pero a veces, lo que nos queda de vida no es suficiente para ello, y entonces tenemos que pagar esa pena temporal en el Purgatorio”.
Como Iglesia militante –consideraba el padre Sergio Román–, los vivos po- demos ayudar a quienes están en el Purgatorio (Iglesia purgante) a liberarse de esa sombra de pecado que les impide estar ya en la presencia del Señor,
Este día la gente va a los panteones a visitar las tumbas de sus familiares.
mediante oraciones, obras buenas e in- dulgencias concedidas a su favor. “¡Qué consolador saber que todavía podemos demostrar nuestro amor a nuestros seres queridos muertos mediante estos regalos que nos aporta nuestra fe!”. Cada vez son más los fieles que realizan estas obras.
La Iglesia enseña que la amistad per- manece después de la muerte, y es por eso que los católicos preparamos ofren- das para honrar a nuestros difuntos. “Creemos también que algún día esta- remos junto a ellos en el Cielo, adonde Jesús ha ido a prepararnos una habita- ción. Creemos en que sus cuerpos, que regresaron al seno de la tierra, duermen en espera del día de la Resurrección. Ésa es nuestra fe”.





















































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