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  de puerco y lomo de burro. Todo eso me serviría al tiempo en la misión”.
A su cargo están 13 pueblos
en los que se habla el zapoteco y el chinanteco; son zonas de pobreza y marginación.
UNA EXPERIENCIA
SOBRENATURAL
En el año 2004 ingre-
só al Seminario Con-
ciliar de México,
donde estudió Filoso-
fía, y antes de ingresar
a Teología fue enviado
a hacer un año de
Pastoral con los Sale-
sianos, quienes lo mandaron de misión a la Prelatura Mixepolitana, en la sierra norte de Oaxaca.
 Ya estando de misión, cierto día decidió que ya no quería ser sacerdote, pues se hallaba sumamente triste: su papá había fallecido, en casa se vivía un mal momento, había situaciones económicas que no se podían resolver, y para colmo había algu- nos conflictos en las comunidades. Todo eso lo hizo entrar en crisis y se le metió el deseo de dejar la Prelatura.
“Lo hablé con mi formador, y él se lo comunicó a monseñor Héctor Guerrero, entonces Obispo de la Prelatura de Mixes. Don Héctor me pidió que fuera a verlo a Ayotla. Fui a verlo un jueves por la mañana; me dijo que lo acompañara a Yacochi, y en el camino me pidió que por la tarde le tuviera una respuesta definitiva: si me iba o me quedaba. Yo seguía firme en mi decisión”.
Al llegar a Yacochi, monseñor Héctor le dio una cámara fotográfica y le pidió que tomara registro de su llegada. Y fue enton- ces que sucedió algo inexplicable:
Se le acercó una viejecita, ya de edad muy avanzada; casi no entendía el caste- llano, pero lo tomó del brazo y le pidió que fuera con ella. Él se soltó, le dijo que no y le señaló la cámara para que entendiera que estaba ocupado.
“Me volvió a agarrar. Me volvía a soltar. Me agarró otra vez. Me solté otra vez, y me alejé del lugar, pensando que era imposible que fuera tras de mí por sus condiciones. Pero pensé mal, porque de pronto ya me tenía otra vez tomado del brazo. Fue en- tonces que me dijo algo que me caló hon- do: “Dios quiere que te quedes aquí”.
Durante toda la Misa, él estuvo distraído,
El padre trabaja con las comunidades Chinantecas y Zapotecas de Oaxaca. Ella me dijo algo que me caló hondo:
“Dios quiere que te quedes aquí”.
 pensando en esas seis palabras que le ha- bía dicho aquella viejecita, y al término de la celebración ya le tenía una respuesta firme a monseñor Héctor: “¡Me quedo!”.
El padre Rodrigo Castro recibió el orden sacerdotal en Ayutla el 31 de agosto de 2017; y desde hace cuatro años es párroco de San Juan del Río Choápam, donde ha vivido experiencias inolvidables, que lo han llenado de alegría y que le reafirman su convicción de que él ya pertenece a esas tierras oaxaqueñas.
TIENE A SU CARGO 13 COMUNIDADES.
En los pueblos que visita se habla el za- poteco y el chinanteco, y son zonas de pobreza y marginación. La forma de evan- gelizar en esos pueblos es principalmente a base de acciones cristianas y celebra- ciones litúrgicas en las que se tiene que ayudar con gesticulaciones.
“Nuestros hermanos indígenas, mis hi- jos, se han acostumbrado mucho a oír con los ojos, a través de la mirada”.
PERFIL
Este sacerdote lleva el Evangelio a las comunidades indígenas.
Nación en Cuautitlán Izcalli en una familia que no era muy católica, pero se escapaba para ir a Misa.
El sacerdote Rodrigo Castro es párroco de San Juan del Río Choápam, en la Prelatura de Mixes, en Oaxaca.
Como él, muchos padres del mundo
reciben ayuda de la Fundación ACN.
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desdelafe.oficial desdelafe DesdelaFeOficial 17 de octubre de 2021 11































































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