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La maestra católica que salió de Kabul
Así fue como esta religiosa paquistaní pudo abandonar, junto con sus alumnos, el país controlado por los talibanes.
italianas pudimos llevarlos a ellos y a sus quince familias a Italia, donde han sido recibidos por congregaciones religiosas que han sido muy generosas y acogedoras.
¿CUÁLES HAN SIDO LAS DIFICULTADES QUE SE HA ENCONTRADO DURANTE SU MISIÓN? La primera dificultad fue aprender el idio- ma local, porque en Afganistán no apren- den inglés y ni siquiera se puede enseñar. Otra dificultad fue familiarizarse con su mundo, sus costumbres y su mentalidad para poder dialogar y estar cerca de ellos. La mayor dificultad fue no poder movernos libremente porque siempre teníamos que estar acompañadas por un hombre. Yo, que tenía que realizar trámites en bancos y otros lugares, tenía que ir acompañada de un hombre nativo. Dos mujeres no signi- fican nada y naturalmente no cuentan. No obstante, lo que más me ha marcado es el sufrimiento de ver a las mujeres tratadas como cosas.
¿CÓMO VIVIÓ, EN AGOSTO, EL PERIODO ENTRE LA RETIRADA DE LAS TROPAS OCCIDENTALES Y SU MARCHA A ITALIA? Fueron momentos muy difíciles, pues estábamos encerradas en casa y teníamos miedo. Desde hacía más de un año sólo éramos dos. En cuanto fue posible, la religiosa que me acompañaba se fue y me quedé sola hasta el final. Ayudé a las Hermanas de la Madre Teresa, nuestras vecinas, a salir con sus catorce niños grave- mente discapacitados y sin familia, y a em- barcar en el último vuelo a Italia antes de los atentados. Si ellos no hubieran sido res- catados, no nos habríamos ido. Tenemos que dar las gracias al Ministerio de Asuntos Ex- teriores italiano y a la Cruz Roja Internacional por ayudarnos a llegar al aeropuerto, y al padre Giovanni Scalese, representante de la Iglesia católica en Afganistán, que estuvo con nosotras hasta que nos fuimos. Fue un des- plazamiento difícil desde Kabul hasta el aeropuerto, con dos horas de espera y con tiroteos, pero al final llegamos.
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Por Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) @ACNMex
L a Hna. Shahnaz Bhatti, religiosa paquistaní de las Hermanas de la Caridad de Santa Juana Antida Thouret, trabajó en Afganistán hasta el 25 de agosto, fecha en la que, escoltada por el ejército italiano, logró salir del país. Ayuda a la Iglesia Ne-
cesitada recoge aquí su testimonio.
¿CUÁL ES SU CONGREGACIÓN?
Pertenezco a la congregación internacional de las Hermanas de la Caridad de Santa Juana Antida Thouret. Nuestra misión es la asistencia espiritual y material a los po- bres, similar a la labor de san Vicente de Paúl, el gran apóstol de la caridad.
¿CUÁLES FUERON LAS RAZONES
DE SU PRESENCIA EN AFGANISTÁN?
Como congregación nos unimos al pro- yecto surgido en 2001 para responder al llamado del Papa Juan Pablo II -“Salven a los niños de Kabul”-, al que Italia respondió con generosidad a través de la UISG (Unión Internacional de Superioras Generales) de congregaciones religiosas. Yo misma ya llevaba dos años en Kabul con otras dos hermanas, la Hna. Teresia, de la congre- gación de María Bambina, y la Hna. Irene, de la congregación de las hermanas de la Consolata. La comunidad de Kabul es, de hecho, intercongregacional. Teníamos una escuela para niños con retraso mental y Síndrome de Down, de 6 a 10 años, a los que preparábamos para entrar en el sis- tema escolar público. Con nosotras cola- boraban maestros, cuidadores y cocineros nativos. Con la ayuda de las autoridades
         Las hermana Shahnaz Bhatti con dos de sus alumnas.
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