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 que lo impidieron. Refiere que en la maceta había unas hojitas que masticaba para poder hacer un poco de saliva; y así, du- rante 36 horas tuvo que esperar la ayuda, sintiéndose animada por la voz de Lucía, quien trabajaba en el tercer piso, uno abajo, y había quedado cubierta por escombros junto a Isaac Ayala; a éstos, lo que les salvó la vida fue una silla que detuvo el techo.
“CREO EN DIOS...
Lucía, por su parte, ha señalado que tra- bajaba en el tercer piso como mercadóloga; cuando comenzó el movimiento telúrico, se precipitó con otros compañeros rumbo a la salida de emergencia, cuando de pronto vio que el techo comenzaba a desplomarse; se llevó las manos a la cabeza, y en cues- tión de segundos se vio enterrada. Lucía intentaba respirar, pero sus pulmones sólo se llenaban de polvo, y sus manos sólo tocaban escombros y vidrios. “La oscuridad era aterradora, no sé cómo describirla, no se veía absolutamente nada. Lo que creo profundamente es que, si hubiera dado medio paso adelante o hacia atrás, me hubiera muerto”, ha relatado.
Como a Paulina, los rescatistas pudieron sacarla de entre los escombros después de 30 horas de trabajo, a través de un hoyo de más de cinco metros de profundidad; al momento de su rescate sonreía como
“Le agradezco a Dios la oportunidad que me dio, es como si yo hubiera nacido otra vez”, afirmó Isaac, sobreviviente del de- rrumbe del #286 de Álvaro Obregón.
si no hubiera estado tantas horas ahí abajo. Toneladas de cemento se habían desplo- mado encima de ella, pero ni siquiera un raspón le ocasionaron. Tras su rescate, Lucía se ha preguntado por qué ella sigue aquí, cuando otros compañeros más jó- venes murieron. “Creo en Dios, y también me agarré de esa fe en Él. Le dije: ‘Yo sé que tú quieres algo más para mí’”.
AGRADECIDO CON DIOS
Isaac Ayala, quien, como Lucía, trabajaba en el tercer piso, señala que estar bajo los escombros para él era como estar en una tumba. Isaac, quien trabajaba haciendo labores de limpieza y algunos encargos, refiere que el 19 de septiembre conoció a una señora que justo ese día había entrado a trabajar ahí preparando ensaladas; ella lo invitó a probar una, pero ya no se pudo
porque en ese momento comenzó el terremoto.
Cuenta que la señora atravesó la puerta delante de él y de Lucía en dirección a la escalera de emergencia, y en ese momento cayó la losa y la aplastó; la señora aún duro unos cinco minutos viva junto a sus pies, después murió. Al lado de él había quedado Lucía, con quien convivió por más de trein- ta horas en esa pesada oscuridad, rezando a veces, o gritando cuando la ayuda se escuchaba cercana. Finalmente, los tres fueron rescatados, Paulina con una fractura en el pie, mientras que Lucía e Isaac com- pletamente ilesos. “Yo estoy agradeciéndole a Dios la oportunidad que me dio, es como si yo hubiera nacido otra vez, como recién nacido”, señala Isaac.
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desdelafe.oficial desdelafe DesdelaFeOficial 19 de septiembre de 2021 7























































































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