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 domingo 12 de septiembre de 2021
L’OSSERVATORE ROMANO
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 las noticias del día, pero de eso me enteré mu- cho después, algunos días después, que había una cosa de que yo renunciaba. Siempre que un Papa está enfermo corre brisa o huracán de cónclave. [Risas]
¿Cómo ha sido el confinamiento del Papa? El tiempo en el que hemos estado confinados en casa. ¿Qué ha hecho el Papa durante el confinamiento?
Primero aguantarme a mí mismo, ¿no?, que no es fácil. Es una ciencia que todavía tengo que terminar de aprender. Es difícil aguantar- se a sí mismo.
Lleva mucha costumbre, lleva muchos años...
Sí, pero es difícil. Uno a veces es caprichoso consigo mismo, y quiere que las cosas salgan en automático. Después empecé a retomar las cosas de a poco y, hoy día, estoy llevando vida normal. Esta mañana, toda la mañana de au- diencias; hoy es la segunda audiencia de la tarde (empecé a las 15.30h) y sigo adelante.
Aunque la meta de su próximo viaje es a Eslovaquia, muchos van a estar pendientes de su encuentro con el primer ministro de Hungría, Víctor Orban, con quien no comparte algunos puntos de su programa de gobierno, especialmente lo relativo al cierre de fronteras. ¿Qué le gustaría decirle si tuviese la ocasión de encontrarse con él a solas?
Yo no sé si me voy a encontrar con él. Sé que autoridades van a venir a saludarme. Yo no voy al centro de Budapest, sino al lugar del Congreso [Eucarístico], y hay un salón donde me reuniré con los obispos y ahí recibiré a las autoridades que vengan. No sé quién vendrá. Al presidente lo conozco porque estuvo en la misa en Transilvania, esa parte de Rumanía donde se habla en húngaro, una misa preciosa en húngaro, y vino con un ministro. Creo que no era Orban... porque al final de la misa se saluda formalmente... yo no sé quién ven- drá...
Y una de las cosas que yo tengo es no andar con libreto: cuando estoy delante de una per- sona la miro a los ojos y dejo que salgan las co- sas. Ni se me ocurre pensar en qué le voy a de- cir en el caso de estar con él, son una serie de futuribles que a mí no me ayudan. Me gusta lo concreto; lo futurible te enreda, te hace mal.
El nuevo mapa político que afronta Afganistán, Su Santidad lo sigue de cerca. Se ha dejado a su suerte al país tras muchos años de ocupación militar. ¿El Vatica- no puede mover hilos diplomáticos para intentar que no haya represalias contra la población, para tantas otras cosas?
Sí. Y, de hecho, estoy seguro de que la Secre- taría de Estado lo está haciendo porque el ni- vel diplomático del Secretario de Estado es muy alto y el de su equipo, también el de Re- laciones con las Naciones. Realmente el car- denal Parolin es el mejor diplomático que yo he conocido. Diplomático que suma, no de esos que restan, que siempre busca, un hom- bre de acuerdo. Estoy seguro que está ayu- dando o al menos ofreciéndose. Es una situa- ción difícil. Yo creo que como pastor debo lla- mar a los cristianos a una oración especial en este momento. Es verdad que vivimos en un mundo de guerras, (piense en Yemen, por ejemplo). Pero esto es algo muy especial, tiene otro significado. Y yo voy a tratar de pedir lo que pide siempre la Iglesia en los momentos de mayor dificultad y de crisis: más oración y ayuno. Oración, penitencia y ayuno, que es lo que en los momentos de crisis se pide. Y res- pecto al hecho de 20 años de ocupación y des- pués se deja, yo recordé otros hechos históri- cos, pero me tocó una cosa que dijo la canci- ller Merkel, que es una de las grandes figuras de la política mundial, en Moscú, el pasado 20 [de agosto]. Traduzco. Espero que la tra- ducción sea correcta: “Es necesario poner fin a la política irresponsable de intervenir desde fuera y de construir en otros países la demo- cracia, ignorando las tradiciones de los pue- blos”. Lapidaria. Creo que esto dice mucho, que cada uno lo interprete. Pero ahí me sentí con una sabiduría delante de esto que dijo es- ta mujer.
El hecho de que Occidente renuncie, fundamentalmente la coalición que encabeza EE.UU. y la propia UE... ¿al Santo Padre le desalienta o cree que es el camino ade- cuado? ¿Hay que dejarles a su suerte?
Son tres cosas distintas. El hecho de renunciar es lícito. El eco que tiene en mí es otra cosa. Y lo tercero, usted dijo “dejarlos a su suerte”; yo diría el modo de cómo renunciar, el modo en cómo se negocia una salida, ¿no es cierto? Por lo que se ve, aquí no se tuvieron en cuenta -- parece, no quiero juzgar--, todas las eventuali- dades. No sé si habrá una revisión o no, pero ciertamente hubo mucho engaño de parte quizás de las nuevas autoridades. Digo enga- ño o mucha ingenuidad, no entiendo. Pero yo aquí vería el modo. Y esto de la señora Merkel creo que subraya.
El Papa yo me imagino que se puede permitir desenga- ños como cualquier cristiano. ¿Cuál ha sido el mayor de- sengaño como Santo Padre que ha tenido, Santidad? Tuve varios. Tuve varios desengaños en la vi-
da y eso es bueno porque los desengaños te hacen aterrizar de emergencia. Son aterrizajes de emergencia en la vida. Y el asunto está en levantarse. Hay una canción alpina que a mí me dice mucho: “En el arte de ascender lo que importa no es no caer, sino no permanecer caí- do'. Y vos, delante de un desengaño, tenés dos caminos: o te quedas ahí diciendo que esto no va –como dice el tango: “Dale que va, que to- do es igual, que allá en el horno nos vamos a encontrar”-- o me levanto y apuesto de nuevo. Y creo que delante de una guerra, delante de una derrota, hasta de un desengaño propio o un fracaso propio o el propio pecado, hay que levantarse y no permanecer caído.
El diablo siempre se dice que está encantado de que la gente crea que no existe. ¿El diablo también corretea por el Vaticano?
[Ríe] El diablo corretea por todos los lados, pero yo a quien le tengo más miedo son a los diablos educados. Esos que te tocan el timbre, que te piden permiso, que entran en tu casa, que se hacen amigos... ¿Pero Jesús nunca ha- bló de eso? ¡Sí que habló! Sí que habló. Cuan- do dice esto: cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, cuando alguien se convierte o cambia de vida, va y empieza a dar vueltas por ahí, en lugares áridos, se aburre... y después de un tiempo dice “voy a volver para ver cómo está aquello”, y ve la casa toda ordenada, toda cambiada. Entonces busca a siete peores que él y entra con otra actitud. Por eso digo que son los diablos educados, los que tocan el tim- bre. La ingenuidad de esta persona lo deja en- trar y el fin de ese hombre es peor que el prin- cipio, dice el Señor. Tengo pavor a los diablos educados. Son los peores, y uno se engaña mucho. Uno se engaña mucho.
En marzo se van a cumplir nueve años del inicio de su Pontificado, que no ha sido aquel pontificado breve de 4- 5 años que dijo Su Santidad. ¿Se encuentra satisfecho de los cambios emprendidos o le queda alguna cosa pen- diente que quisiera rematar de forma inminente? Es de- cir, ¿tiene la sensación de que Dios le ha dado un tiempo extra por algo?
Evidentemente que a mí el nombramiento me agarró por sorpresa porque vine con una va- lijita. Porque yo acá tenía la sotana. Me ha- bían regalado una cuando me hicieron carde- nal y la dejé en casa de unas monjas para no tener que... Yo pertenecía a cinco o seis con- gregaciones acá y entonces tenía que viajar, para no venir con eso... Vine como siempre. Y
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