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 domingo 29 de agosto de 2021
L’OSSERVATORE ROMANO
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  las pruebas de detección, cuyo resultado, en el mejor de los supuestos, se demora hasta diez días en llegar, lo que complica enorme- mente la prevención y el rastreo de los casos. “Solo hay un lugar por distrito en el que se realizan los test, y para quien vive en el cam- po está muy lejos, tiene que caminar kilóme- tros, tomar varios transportes públicos y a veces el resultado nunca llega”, apunta el misionero.
También resalta la necesidad de educar a la población en la prevención y las medidas de higiene. Antes la Iglesia se ocupaba de esa labor en las parroquias y las misas, él mismo enseñaba a los feligreses a lavarse las manos y repartía mascarillas, pero ahora no es posi- ble ya que las iglesias están cerradas y gran parte de la población no tiene acceso a tele- visión, radio, internet u otro medio de infor- mación. El misionero relata que en alguna ocasión ha celebrado funerales en los que el fallecido había resultado positivo o había te- nido todos los síntomas pero el resultado de la prueba no había llegado a tiempo, y no se habían tomado las precauciones necesarias. O muchos positivos que durante el aisla- miento preventivo continúan en contacto con otras personas, por falta de formación sobre las medidas de higiene. “Las estadísti- cas son peores de lo que se muestra, hay mu- cha gente que está fuera del sistema. Última- mente estoy haciendo un entierro por día, cuando antes solía hacer uno o dos por se- mana”, indica.
La cultura local juega en su contra para fre- nar los contagios y el avance de la variante Delta es alarmante. “En algunas ocasiones, como los entierros, es tradición que vayan
los vecinos y los familia- res lejanos a acompañar a la familia enlutada y ahí se juntan todos y no se cumplen las normas que dictó el Gobierno sobre la prohibición de reuniones de más de 20 personas porque la cul- tura es muy fuerte. Cuando me tocan los entierros trato de cum- plir estrictamente con las medidas de seguri- dad, pero es muy com- plicado”, señala el mi- sionero argentino. En
general en África la situación sanitaria está fuera de control. La O rganización Mundial de la Salud ha advertido de que la situación es preocupante y de que la escalada de la ter- cera ola está golpeando al continente con una velocidad sin precedentes. Según sus datos, los casos de coronavirus se duplican cada tres semanas. Solo en la primera sema- na de agosto se reportaron casi 202.000 ca- sos, uno de los peores datos de la pandemia. Tanto el número de nuevos positivos como de fallecidos esa semana fue casi un 40% más alto que el anterior.
El padre Gabriel está completamente entre- gado a la misión, y ha puesto a disposición de su comunidad todos sus medios. Cuando alguien se encuentra mal, él toma su camio- neta, la convierte en una ambulancia, con todas las precauciones de higiene posibles y lo lleva al hospital. No deja de ser una ope- ración arriesgada para él, aunque aplique las medidas de prevención, pero a pesar de todo responde de manera contundente que no tiene miedo y nunca ha pensado en abando- nar el lugar para ponerse a salvo. “Es parte del riesgo de mi trabajo. Los médicos tam- bién están expuestos y siguen ahí, ellos tie- nen más medios para protegerse, es cierto, pero igualmente yo me cuido cuando estoy en contacto con la gente, trato de no ser irresponsable”, dice.
La falta de equidad en el acceso a las vacunas
El lento y desigual avance de la vacunación es otro factor que complica notablemente la situación, mientras que la mayoría de los países más desarrollados tienen a más de la
mitad de su población vacunada con la pau- ta completa, en los más pobres el porcentaje de inmunizados es ínfimo. En Mozambi- que, atendiendo a los datos de Naciones Unidas, roza el 1% del total de habitantes o el 2% de los mayores de 60 años, la pobla- ción de mayor riesgo.
El misionero argentino relata que para los pobres, que son la mayoría de la población, es muy difícil acceder a las vacunas. En gran medida, el país
depende de las donaciones exteriores, insu- ficientes y que llegan con notables retrasos. “No hay un plan de vacunación bien hecho y no hay manera de organizar algo, donde yo estoy, en el área de San Benito de Mangun- dze, no hay electricidad, la gente no tiene te- levisión, no llegan los avisos y con el cierre de las iglesias esto se ha complicado, es difí- cil para la gente llegar a la información”. Y advierte: “Si no llegan donaciones de vacu- nas vamos a estar muy mal, el Gobierno ade- más tiene que organizarse mejor”.
Señala que hay mucha gente que trabaja en negro en mercados o en la venta ambulante, y no pueden detener su actividad, lo que di- ficulta para ellos el acceso a las vacunas y la aplicación de las medidas de contención de contagios. “Lo que ganan en el día es lo que vanacomer,loquevanadardecomerasus hijos, si no venden no comen”. El misionero habla de un porcentaje mínimo de emplea- dos en blanco en un país de 30 habitantes y que está entre los más pobres del mundo.
El padre Juan Gabriel señala que en este tiempo la solidaridad no se ha detenido y ha recibido donaciones de todo el mundo, en- tre ellas, 25.000 mascarillas de protección que utilizó para su comunidad y que tam- bién repartió entre los hospitales y centros sanitarios de la zona. Por ejemplo donó 4.000 al hospital central de Maputo, el más importante de la capital, que no tenía mate- rial necesario suficiente y que ha estado des- bordado por la pandemia, con falta de per- sonal sanitario también y de camas funcio- nales para todos los pacientes. También ha continuado la ayuda que recibe desde hace tiempo de la Fundación Mesi de 15.000 de- sayunos diarios que ofrece a familias y niños necesitados. Recomienda que en lugar de enviar ayuda económica es mejor enviar su- ministros o equipos médicos. Y pide que el mundo no se olvide de los últimos y tome conciencia de la situación.



















































































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