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  Alrededor
del 90% de los haitianos se declara creyente; de este universo, el 82% profesa
la fe cristiana.
desde el punto de vis- ta ecológico, son fenó- menos naturales no sólo inevitables en un planeta vivo, sino in- cluso necesarios para la renovación y soste- nimiento de las con- diciones que permiten la vida en el mismo. Dios no ‘manda’ que sucedan con el objeto de castigar o dañar al
  foto de una mujer africana que abrazaba a su criatura muerta y miraba al cielo, desde una región azotada por la sequía, y él pensó: ‘No es posible que exista Dios, pues si exis- tiera hubiera enviado lluvia a este lugar y este niño no hubiera muerto’. Así que dejó de creer, aunque admitió que ello lo sumió en la soledad, la amargura y la desespe- ranza, y hacia el final de su vida lloraba reconociendo que extrañaba la relación personal que en su juventud había tenido con Jesús, y sentía un terrible vacío.
Lamentablemente su caso puede ser el de mucha gente que ante una tragedia como la que se ha estado viviendo en Haití, se preguntan si Dios la mandó o la permitió y por qué. Esta cuestión no tiene una res- puesta fácil, pero al respecto cabe hacer la siguiente reflexión:
NO CULPEMOS A DIOS
Habitamos desde hace miles de años un mundo en el que suceden lo que nosotros denominamos ‘desastres naturales’ que,
ser humano; suceden porque se rigen por leyes de la naturaleza que Él creó y dispuso para bien.
Alguien puede preguntar: si las dispuso para bien, ¿cómo es que causan tanto mal?, es innegable que estos fenómenos afectan terriblemente a quienes los padecen. A ello cabe responder que ese mal no es culpa de Dios. Y suele suceder que quienes po- drían hacer algo para ayudar a evitar o aminorar los efectos de un posible desastre, no hacen nada. Para muestra lo sucedido en Haití. Los medios han repetido hasta el cansancio que ‘es el país más pobre del hemisferio occidental’, como si dijeran que es el país más montañoso, o con más ríos, como si su pobreza fuera inevitable, una de sus características.
A la miseria ajena nos resignamos con demasiada ligereza. ¿Cómo es que no se organizó a tiempo un esfuerzo internacio- nal para ayudar a los haitianos a mejorar sus condiciones de vida? De haber sido así, quizá el terremoto del 2010 y éste no hubieran tenido las consecuencias que han tenido. Así que la culpa no es de Dios, que a lo largo de la Biblia nos invita una y otra vez a amar, a dar, a tender la mano a quien lo necesita. La culpa es de quienes han prestado oídos sordos a Su invitación.
ENTONCES, ¿POR QUÉ OCURRIÓ
ESTA NUEVA TRAGEDIA?
Eso sólo puede responderlo Él, pero no- sotros podemos razonar que si Dios sacó el mayor bien de la mayor tragedia, pues la muerte de Su Hijo amado nos obtuvo la redención de nuestros pecados y la
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desdelafe.oficial desdelafe DesdelaFeOficial 22 de agosto de 2021 5
¿QUÉ PASÓ EN HAITÍ?
Un sismo afectó a este país el pasado 14 de agosto de 2021.
Más de 1,200 personas han muerto por el sismo de 7.2 grados.
Hay más de 9,000 heridos.
Sólo 34 personas habían podido ser rescatadas con vida, hasta el 17 de agosto.
Más de 136 mil personas se han quedado sin hogar.
Es una tragedia que revive lo ocurrido en el sismo de Haití en 2010, donde murieron 300 mil personas.
Fuente: Cifras oficiales Haití / Agencia Efe
      CUBA
MAGNITUD 7.2
HAITÍ
N
REP. DOMINICANA
PUERTO PRÍNCIPE
   




































































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