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 domingo 15 de agosto de 2021
L’OSSERVATORE ROMANO
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 cial y sordo al sentido de interconexión y fuertemente anclado en esa cultura del descarte y del derroche, considerada ya insostenible no solo desde el punto de vista ambiental y ético, sino también del económico, poniendo en movimiento numerosas dinámicas perversas». Anali- zando la cultura del descarte desde el la- do económico, «podemos llegar a la conclusión de que esta es profundamen- te antieconómica». Si la economía es la ciencia que, «entre otras cosas, se propo- ne estudiar las mejores modalidades para utilizar recursos contenidos para la pro- ducción de bienes y servicios respon- diendo a las necesidades y deseos de las personas, no hace falta decir que la pro- ducción del “descarte”, de residuos, indi- ca un uso ineficaz de los recursos utili- zados».
Es más que nunca esencial volver al significado primordial de economía, nacida al servicio del bien común y no para ser predatoria. Una economía que ya no se centra en la cultura antieconómica del descarte, sino en la circularidad, la solidaridad, lo renovable y la resiliencia.
La crítica a la cultura del descarte, por tanto, forma parte de una atenta «lectu- ra de los signos de los tiempos» realiza- do con cuidadoso discernimiento. Para hacer esto, evidenció el purpurado, es necesario «tomar conciencia de nuestros límites: solo si los conocemos en profun- didad podemos evitar convertirnos en esclavos». Una mayor conciencia de ta- les límites será después «uno de los pi- lares necesarios para realizar una “ecolo- gía integral” fundada en el valor de la fraternidad». Tal recorrido de discerni- miento, dijo el secretario de Estado, «re- mite al mandato original de “cultivar y salvaguardar la creación”, como bien se indica en el libro del Génesis». Sus dos acciones, «cultivar y custodiar, son tam-
bién dos actitudes entre ellos fuertemen- te interrelacionadas», que contribuyen a «formar ese “vínculo”, basado en otra actitud fundamental, el “cuidado”». Estas mismas dos acciones y el relativo discernimiento requieren, a juicio del cardenal, «otro aspecto indispensable: un atento diálogo interdisciplinar capaz también de restituir al sistema económi- co su misión original de valorización del ser humano». Es más que nunca esencial «volver al significado primordial de eco- nomía, nacida al servicio del bien común y no para ser “predatoria”». Una econo- mía, subrayó, que «ya no se centra en la cultura antieconómica del descarte, sino en la circularidad, la solidaridad, lo re- novable y la resiliencia». Son ya muchas las voces que «se levantan para hacer realidad estos nuevos modelos económi- cos». Al respecto, el Secretario de Esta- do hizo referencia a los procesos «dirigi- dos a responder el impacto de la pande- mia, a través de los llamados “recovery plan”, o al grave y preocupante fenóme- no del cambio climático, mediante las estrategias de actuación nacionales e in- ternacionales del Acuerdo de París». El actual es un periodo histórico de «tran- sición», observó el cardenal: una transi- ción no solo «energética», «ecológica» o «económica», pero «una transición diri- gida a consolidar los vínculos internos a nuestra sociedad precisamente sobre la base de la conciencia que “en la Crea- ción todo está relacionado”». Un proce- so de transición, añadió, que lleve tam- bién «a un nuevo concepto de “seguri- dad” dirigido a consolidar una “paz jus- ta y duradera”». Asegurar «paz, seguri- dad y estabilidad es, de hecho, un obje- tivo multidimensional y interdependiente que comprende aspectos no solo vincu- lados a la esfera político-militar», sino también relativos «a los derechos huma- nos, al estado de derecho, a las condicio- nes económico-sociales y a la protección del ambiente».
Desafíos globales como la pandemia o el cambio climático, según el purpurado, «hacen que las inversiones en armamen- to sean insuficientes para garantizar la seguridad dentro de sus fronteras». Por tanto se puede pensar también aquí «en una transición: de la seguridad “militar” a la seguridad “integral”». Estos desafíos globales requieren, de hecho, «un im-
portante pasaje: de la competición y la competencia, fundada en la prioridad de la tutela de la dignidad personal y de la promoción de la vida humana, a través del diálogo, el multilateralismo, la con- fianza recíproca y las medidas de forta- lecimiento de esta misma confianza». El diálogo, en particular, no debe limitarse «a un simple intercambio de ideas» pero
Un cambio de ruta requiere tener bien claro cuál es la orientación, la dirección y cuál la brújula. La dirección es la del fortalecimiento del vínculo que hace el Amor, fundado en el valor de la fraternidad.
debe ser «focalizado por el deseo de “trabajar juntos” y de “caminar juntos”», mucho más allá, por tanto, al «solo para ir más allá del “negacionismo” a través de una mayor comprensión mutua de los hechos, pero sobre todo más allá de la indiferencia». Actuar juntos significa, entonces, «construir respeto recíproco, diálogo, confianza y confidencia». Esta es la clave para «reforzar la paz y la se- guridad, especialmente en nuestro mun- do cada vez más globalizado». Esto re- quiere «un auténtico cambio de actitud y de mentalidad que lleve a una especie de “cambio de ruta”, además del concep- to central en la Laudato si’». La misma encíclica pide que «este cambio de ruta se inspire en una auténtica conversión ecológica». Por otro lado, un cambio de ruta requiere «tener bien claro cuál es la orientación, la dirección y cuál la brúju- la». La dirección, concluyó el secretario de Estado, «es la del fortalecimiento del vínculo que hace el Amor, fundado en el valor de la fraternidad». Y la brújula es- tá representada por los «instrumentos que llevan a la realización de la “ecolo- gía integral”, tomando conciencia de los “límites” a respetar», a través de un diá- logo dirigido a «“caminar juntos”, del cual nadie es excluido, ni es excluida la escucha del “grito de la Tierra” que se está haciendo cada vez más urgente hoy».
    























































































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