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  LA VOZ DEL OBISPO
Por Mons. Héctor M. Pérez Villarreal
   Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México
Este tiempo exige va- lentía y responsabilidad, creatividad y genero- sidad, pero sobre todo, exige renovar nuestra esperanza.
LA “TERCERA OLA DE COVID-19”, TIEMPO DE CARIDAD Y ESPERANZA
E l nivel de contagios se ha multiplicado de manera exponencial en estas últi- mas tres semanas: las ca- mas de hospitales se vuelven a llenar y todo indica que esto continuará por unas semanas más; los medios le han llamado a este fenómeno: “la tercera ola de
covid-19”.
Al haber pasado ya un año y medio
con la amenaza de la muerte cercana a nosotros, y después de haber vivido unos meses en los que parecía que la convivencia se restablecería de mane- ra permanente, tal vez muchos de us- tedes sentirán angustia y tristeza, rebeldía e indiferencia. La angustia, al pensar que regresaremos al confina- miento del invierno pasado; la rebeldía al negarnos a creer que está volviendo a suceder, y simplemente ignorar la amenaza.
Un ambiente de incertidumbre se respira entre nosotros; muchas fami- lias han sobrevivido a dificultades per- sonales o económicas, y les aterra pensar que esta situación se extende- rá; maestros y alumnos urgen regresar a las clases presenciales, pero la certe- za de poder hacerlo, sin arriesgar irres- ponsablemente sus vidas, todavía no se logra; los pequeños y medianos empresarios que han visto afectadas drásticamente sus ventas, y que veían que poco a poco se iban recuperando, no quisieran aceptar un cierre masivo
como el que vivimos hace un año.
Es un hecho innegable que esta ter- cera ola no llega en las mismas condi-
ciones que hace un año y meses. No podemos ignorar lo que hemos apren- dido: este virus sí es letal; se propaga fácilmente por el aire y, quien es infec- tado, puede contagiar incluso antes de sentir los primeros síntomas. También hemos aprendido a protegernos de él: el tapabocas en lugares concurridos; la higiene de nuestras manos; la sana distancia; el evitar reuniones masivas y encuentros en lugares muy peque- ños y cerrados.
Por eso pienso que esta tercera ola es una gran oportunidad para vivir la Caridad y fortalecer nuestra Esperan- za. La caridad cristiana comienza por cuidar nuestra salud viviendo las me- didas sanitarias necesarias para así cuidar a los demás, pero no termina ahí; debemos estar cercanos a nues- tros familiares mayores, atentos a los vecinos que cayeron enfermos, pro- mover reuniones de oración que nos ayuden a vivir esta etapa con mayor paz, atender a los que sufren, física o emocionalmente por teléfono y con el apoyo que requieran.
Además, es un buen tiempo para fortalecer nuestra esperanza; como cristianos sabemos que Dios es nues- tra Esperanza porque Cristo ha venci- do la muerte con su Amor. Si Jesús pudo superar tal adversidad, con
mayor razón lo podremos hacer quie- nes nos acogemos a su Amor. La Es- peranza se funda así en la fidelidad de Dios a sus promesas, y Él nos ha di- cho: “Yo estaré con ustedes, hasta el fin del mundo”. Por eso nuestra espe- ranza no es vana ilusión, sino certeza en la Palabra ofrecida por Dios.
Los invito a tomar en serio los mo- mentos que vivimos ante esta tercera ola de covid-19. No se trata de resol- verlos con aislamientos extremos que matan nuestro diario vivir, tampoco de vivir con miedos que paralizan la Cari- dad y la responsabilidad con nuestra comunidad; menos se trata de negar la amenaza y salir irresponsablemente como si nada sucediera. Estos tiempos exigen valentía y responsabilidad, creatividad y generosidad; pero sobre todo, exigen renovar nuestra esperan- za, esta Esperanza que mueve a la Ca- ridad y que nos permite compartir con gozo y paz aún los momentos difíciles, pues sabemos que Dios es fiel y cum- plirá su Palabra.
  2 1 de agosto de 2021 desdelafemx desdelafe.oficial desdelafe
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