Page 12 - Desde la fe
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COMPRENSIÓN DEL EVANGELIO
   Evangelio según Juan (15, 1-8)
n aquel tiempo, Jesús dijo a sus dis- cípulos: “Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, Él lo arranca, y al que da fruto lo poda para que
dé más fruto.
Ustedes ya están purificados por las palabras
que les he dicho. Permanezcan en mí y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fru- to por sí mismo si no permanece en la Vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en Mí. Yo
soy la Vid, ustedes los sarmientos; el que per- manece en Mí y Yo en él, ése da fruto abundan- te, porque sin mí nada pueden hacer. Al que no permanece en Mí se le echa fuera, como al sar- miento, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde.
Si permanecen en Mí y Mis palabras perma- necen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá. La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto y se manifiesten así como discípulos Míos”.
     COMENTARIO
Por P. JULIÁN LÓPEZ AMOZURRUTIA
          Permanezcan en mí
U na metáfora hermosa y elo- cuente: la vid y los sarmien- tos. El Padre es el viñador. Jesús, la vid. Nosotros, los sarmientos. La conexión vital es necesaria para dar fruto. Desconectados del Señor, nada podemos. Tajante, Jesús no abre es- pacios de concesión. Sin Él, no podemos hacer nada. Sin Él, la futilidad total nos seca y quema. Se nos descarta de la gloria. Con Él, en cambio, hay la promesa del fruto abundante. Las dificultades se convierten en ocasión de ser podados, para dar más fruto. E incluso en el horizonte de la sal- vación, se nos participa un poder inusitado: pedir lo que queramos, pues se nos
concederá.
Para describir esta realidad, el evange-
lista nos presenta una palabra precisa. Un verbo: permanecer. En eso consiste la en- comienda. Es un estado que se prolonga en el tiempo, una adhesión que no ocurre de manera intermitente ni casual. Es un quedarse, en las buenas y en las malas, cuando la situación parece favorable, pero también -y sobre todo- cuando se sospe- cha el fracaso. La fuerza vital proviene siempre de Cristo. De parte nuestra, la
respuesta es una disposición estable, que encuentra su lugar en el amor divino. Más adelante, en efecto, explicitará que perma- necer en Él es permanecer en su amor. Es una relación interpersonal. La más intensa. Es permanecer en una alianza nupcial, impregnada de amor. Es una fidelidad hu- milde, llena de esperanza y de confianza, vigorosa porque sabe a quién se entrega. Es un camino que permite profundizar la respuesta, haciendo cada vez más sólido el vínculo.
La Pascua nos invita a permanecer. Con el corazón, con la mente, con el trabajo y con la oración. Abriendo los ojos para
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contemplar y perseverando en el amor. Y quien hace posible esa permanencia es el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo. La paz que con Él nos entrega es el fruto de un amor que ha vencido la muerte. Es el don de la reconciliación y de la vida nueva. Se actualiza en cada participación eucarística, en cada testimonio de caridad, en cada asimilación de la Palabra. Y nos proyecta, desde el tiempo, a la dichosa permanencia eterna en las moradas divinas. Es el amor que no cansa ni se cansa. Es el distintivo de nuestra identidad y el principio fecundo de nuestro dinamismo. Permanezcamos en Él. Permanezcamos juntos en Él.
La paz que con Él nos entrega es el fruto de un amor que ha vencido la muerte.
  12 2 de abril de 2021 desdelafemx desdelafe.oficial desdelafe DesdelaFeOficial www.desdelafe.mx













































































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