Sin ser una experta en redes sociales, me gusta seguir Twitter, una red en la que puedes encontrar todo tipo de comentarios breves, desde los más insulsos y frívolos, hasta los más profundos y enriquecedores.
Lo que escribes en Twitter puede ser leído al instante en cualquier parte del mundo, por cualquier persona, que a su vez puede responder, disentir, aprobar o aportar sobre lo que has compartido.
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Por este medio sigo a políticos, líderes sociales, a muchos católicos con los que aparentemente compartimos los mismos intereses y preocupaciones, y a Su Santidad el Papa Francisco (@Pontifex.es), quien todos los días nos sorprende con sus profundos mensajes.
Día con día, con la cercanía que permite esta red, nos habla al corazón y nos invita a la oración y a la acción por los diversos problemas que estamos viviendo, y que amenazan a la humanidad: la injusta guerra que ha roto y destruido tantas familias y hogares, las muertes por los bombardeos en Ucrania, la situación inhumana en que viven tantos migrantes y refugiados, los abusos a los niños, el aborto, el olvido de los ancianos, la violencia a la mujer, los enfermos, los excluidos…
Las palabras del Papa están impregnadas de dolor ante la injusticia, el olvido de Dios y de nuestros hermanos, y son también un incesante llamado a la unidad, a la misericordia y al perdón para construir, todos juntos, un camino de paz y de esperanza.
“Hemos sido salvados por la misma sangre, somos una única familia; por tanto, acojámonos mutuamente, amémonos unos a otros, curémonos las heridas recíprocamente. Hagamos “sínodo”, es decir “caminemos juntos”. Porque Dios está presente donde reina el amor”, fue parte del mensaje de su último viaje apostólico, y que nos compartió por Twitter.
Para algunos, sin embargo, su voz carece de importancia porque están más interesados en sus propias luchas y percepciones. Su actitud crítica me recuerda ciertos pasajes de los Evangelios, en que los fariseos y los publicanos estaban muy presentes en las prédicas de Jesús, pero no para abrir sus oídos a la Buena Nueva, sino para juzgarlo.
Es el caso de algunos influencers de las redes y líderes de movimientos sociales que aun teniendo sólidos argumentos y reconocidos méritos en su trabajo internacional a favor de la vida, la familia y las políticas públicas, quisieran dictar las prioridades y agenda al Santo Padre, sin darse cuenta, quizá, que todo ese bien que indudablemente están haciendo a muchos, trae una peligrosa envoltura de soberbia que termina endureciendo su corazón.
Sus tuits, groseros e irrespetuosos al sucesor de Pedro, no abonan a la unidad
Tenemos muchos campos para trabajar en unidad cada uno de los católicos; desde la oración, que es el cimiento de cualquier obra, hasta las pequeñas o grandes acciones por el prójimo. Podemos ser influencers en las redes, en nuestros hogares o trabajos, respondiendo al llamado y a la guía de Francisco, el sucesor de Pedro.
“Quien cree defender la fe señalando con el dedo a los demás pueden tener una visión religiosa, pero no abraza el espíritu del Evangelio, porque olvidan la misericordia, que es el corazón de Dios” #EvangeliodeHoy (Jn 8,1-11) @Pontifex.es
Consuelo Mendoza García es ex presidenta de la Unión Nacional de Padres de Familia y presidenta de Alianza Iberoamericana de la Familia.
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