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En el debate de la vida… ¡la mujer al centro!

18 octubre, 2021
En el debate de la vida… ¡la mujer al centro!
Paulina Amozurrutia

No podemos permanecer en silencio ante los recientes y lamentables fallos del aborto por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por lo que fue muy importante la multitudinaria Marcha en favor de la Mujer y la Vida, que ocurrió días después en más de 80 ciudades de México.

Sin embargo, la intensidad de la lucha en favor del Derecho a la Vida nos ha mantenido en un estado de atención y tensión continua, pero las circunstancias actuales nos obligan a detenernos por un momento y reflexionar qué hemos hecho bien y mal. Pero, sobre todo nos obliga a reflexionar si estamos siguiendo las enseñanzas de nuestro Maestro y realmente estamos poniendo de pie a la que está a punto de ser apedreada: la Mujer.

La dicotomía del aborto nos imposibilita ver un espectro mayor, en donde encontramos a la mujer más pobre. Esa que está en alguna zona marginada de nuestro México, esa que no puede pensar por el dolor que le genera la hambruna, esa que es violentada en tantas maneras que ya es costumbre, esa que,definitivamente, no necesita que el debate se centre solo en el aborto. Una actitud cristiana exige defender la vida de los no nacidos, pero también defender una vida digna de los nacidos, sobretodo de los más vulnerables.

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Para dar testimonio del Camino, la Verdad y la Vida necesitamos, inicialmente, generar un Camino, un espacio de diálogo con quien no piensa como nosotros, para luego tener esos puntos de encuentro desde la Verdad y solo así lograr que prevalezca la Vida. Tener un diálogo respetuoso con la de la pañoleta diferente que grita para que su voz sea escuchada, que pinta con resentimiento y dolor, que busca esas mujeres desaparecidas… ¿qué esa no era la actitud de nuestro Maestro? Tenemos que ser esa iglesia de salida de la que habla el Papa Francisco, estar cerca del dolor de esas mujeres, de esas familias, de esa iglesia que debemos amar.

México tiene el deshonroso tercer lugar mundial en violencia sexual infantil y con el aborto legal y sin denuncia de por medio, la violencia se perpetúa en la víctima, ya que para ocultar el delito el violador llevará a la niña a cometer el aborto para luego seguirla violando.

Lo que realmente necesitamos las mujeres son políticas públicas para continuar con el embarazo, para reducir la violencia y generar procesos expeditos para la denuncia, subsidios en la atención pre y post natal, condiciones dignas de trabajo, corresponsabilidad del padre en la manutención… y no abortos.

Un estudio generado por Melissa Institute enlista las siete determinantes para la reducción de la mortalidad materna en México: escolaridad de la mujer; atención obstétrica de emergencia; cuidado prenatal y atención profesional del parto; agua potable y drenaje; embarazos de alto riesgo y bajo peso al nacer; violencia contra la mujer; y fecundidad y postergación del embarazo.



Como se deduce, el aborto no es una causa determinante de muerte materna en México. Si realmente se quiere apoyar a la reducción de la mortalidad, la lucha está en apoyar a las mujeres alrededor de estas siete determinantes, no en la legalización del aborto.

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Ampliemos la mirada más allá de la lucha judicial y mediática, y enfoquemos la visión  referente al tema del aborto, de la mujer y la familia con más perspectiva. En una encuesta generada por Data Room de Strategos y Unión Mujer en los 32 estados -que es el estudio más amplio y con mayor rigor técnico y metodológico realizado hasta ahora sobre temas de Vida, Familia y Mujer-, se evidencia que para el mexicano la prioridad numero uno es la familia y el 90% de los encuestados señala que la vida es un derecho.

Los datos muestran que la mayoría de los mexicanos están en favor de la vida pero, desgraciadamente, conforme baja la edad de los encuestados sube la aprobación hacia el aborto: tenemos que hablar a las nuevas generaciones con nuevos referentes y una nueva narrativa. Además, en estudios de escucha profunda digital se demuestra que la palabra “Mujer” aparece continuamente en la conversación de los proaborto, mientras que es prácticamente nula en la conversación de los provida: no estamos hablando “de” y “a” las Mujeres.

Si queremos ganar esta batalla cultural o, mejor aún, si queremos proteger y defender la vida, no solo del no nacido, sino de la mujer y de la familia, tenemos que replantear una narrativa empática y dialogante, donde esté en el centro la Mujer vulnerable. Sí esa que está dentro del vientre, pero también esa que está tan lastimada que llega al punto de ver como una opción el aborto.

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En la marcha del Día de la Mujer del 2020 había 5% con la pañoleta verde, 5% con la celeste y el resto con la morada. Dejemos de tener un debate de sordos en ambos extremos de la polarización. Salgamos a las periferias sociales, veamos el rostro de quienes no piensan como nosotros, generemos un diálogo en favor de las necesidades auténticas de la mujer, practiquemos la caridad cristiana, abracemos y amemos a quienes nos necesitan, seamos… en todo caso, auténticamente cristianos.





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