El presidente López Obrador suele citar al papa Francisco y, en su peculiar método, decirnos que el pontífice argentino sí es un verdadero católico, que está del lado del pueblo y que comparte su amor por los pobres. Las tres cuestiones son ciertas con respecto al Papa, pero no lo son con respecto a la instrumentalización de Francisco que hace López Obrador. En resumidas cuentas, lo usa políticamente.
En la más reciente entrevista del Papa con la revista jesuita estadounidense “America” da una lección a quienes dicen seguirlo; “la polarización no es católica” Y agrega: “Un católico no puede pensar aut-aut [o-o] y reducirlo todo a polarización. La esencia de lo católico es et-et [y-y]”.
El Pontífice argentino explica que lo católico une lo bueno y lo no tan bueno. El pueblo de Dios es uno solo. “Cuando hay polarización entra una mentalidad divisoria, que privilegia unos y deja de lado a otros. Lo católico siempre es armónico de las diferencias… Cuanta más polarización, se pierde el espíritu de lo católico y se cae en espíritus sectarios. Esto no es mío, pero lo repito: lo católico no es aut-aut, sino que es et-et, sumar las diferencias”.
México es un pueblo mayoritariamente católico. Insertar la polarización dentro del pueblo es hacerle el juego al diablo: el príncipe de la división y del odio. Y quien acusa en nombre del Papa Francisco, lo utiliza de manera inmisericorde.
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