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Tras 9 años al frente, el P. Mario Ángel Flores dice adiós a la UPM

10 agosto, 2021
Tras 9 años al frente, el P. Mario Ángel Flores dice adiós a la UPM
P. Mario Ángel Flores, rector de la Universidad Pontificia de México. Foto: María Langarica

Durante tres trienios, la Universidad Pontificia de México (UPM) tuvo como rector a uno de los sacerdotes más destacados de la Iglesia en el país: el Pbro. Dr. Mario Ángel Flores Ramos, del clero de la Arquidiócesis Primada de México, y cuya trayectoria lo ha llevado a ser en dos periodos, uno de los 30 miembros de la Comisión Teológica Internacional, instancia clave de la Santa Sede para el discernimiento de cuestiones doctrinales de mayor importancia y actualidad.

El P. Mario Ángel Flores nació en el estado de Michoacán, pero desde muy joven viajó a la capital del país, donde cursó la preparatoria en el Seminario Conciliar de México, así como la Filosofía; estudió la Teología en Universidad Gregoriana de Roma y obtuvo la licenciatura y doctorado en Patrología por el Instituto Agustinianum de la Universidad Lateranense en Roma. Ha sido profesor y formador en el seminario; es conferencista y autor de varios libros; también ha destacado como articulista en diferentes medios de comunicación católicos.

De los 40 años de ministerio sacerdotal del P. Mario Ángel Flores –que se cumplen este 15 de agosto– 9 fueron como rector de la UPM. No duda en calificar este periodo como el más “exigente de su ministerio”, debido a los muchos retos que tuvo que enfrentar, entre ellos, la crisis económica provocada por la pandemia de covid-19.

En entrevista para Desde la fe, el P. Mario Ángel Flores Ramos habla sobre los retos que asumió desde su llegada a la UPM, en el 2012: la continuación de un plan maestro para dotar a la institución de mejores instalaciones; el impulso a los proyectos académicos y, por supuesto, el proceso de designación que llevó al P. Alberto Anguiano a ser el próximo rector de esta casa de estudios, a partir del ciclo escolar 2021-2022.

En algún momento, el P. Mario Ángel Flores llamó a la UPM la “Universidad Nacional de la Iglesia“, para expresar así la importancia de esta institución en la vida eclesial de México. Consciente de la responsabilidad y exigencia que conlleva dirigir una de las más grandes instituciones, asumió un compromiso de la misma envergadura para brindar a los sacerdotes, religiosas y laicos una educación de nivel a través de una oferta educativa amplia y de calidad.

P. Mario Ángel Flores Ramos

P. Mario Ángel Flores Ramos.

 

Los tres primeros retos

Cuando llegó a la Rectoría de la UPM en 2012, el P. Mario Ángel Flores no era ajeno a esta universidad, pues durante más de 30 años había sido maestro por horas. El ser formador y profesor en Seminario Conciliar de México –ubicado en el mismo perímetro del centro de la alcaldía Tlalpan, en la capital del país- le había permitido acomodar sus actividades como docente en ambas instituciones.

Sin embargo, una vez que el cardenal Norberto Rivera Carrera, actual arzobispo emérito de la Arquidiócesis de México, le ofreció ser rector de la UPM, se dedicó de tiempo completo a esta labor. El reto inmediato –recuerda– iba en dos sentidos: por un lado, ensanchar los espacios de la universidad, y por otro, consolidar la labor académica que a lo largo de los años se había venido realizando.

Pero el sacerdote tenía en mente un tercer objetivo, algo muy personal que consideraba fundamental tratándose de la universidad de los obispos: establecer vínculos con el mundo de la cultura, de la política y de la sociedad en general. “Quería una institución que estuviera más abierta al ambiente que nos rodea, especialmente en nuestro ambiente mexicano”.

Retomar el liderazgo

La UPM nació con todo el entusiasmo de la Conferencia del Episcopado Mexicano en 1982, con un gran impulso e inspiración del pontificado del Papa Juan Pablo II. El Santo Padre pedía entonces a la Iglesia asumir de nuevo el liderazgo en los diferentes ámbitos sociales, y la Universidad Pontificia de México era, como tal, un punto pendiente.

Para cumplir con este objetivo –explica el P. Mario Ángel Flores– la UPM necesitaba continuar con un plan maestro de actualización y crecimiento en sus instalaciones. “Si bien el lugar es extraordinario, en el centro de este Tlalpan lleno de un significado eclesial, sus instalaciones eran sencillas, y era necesario dignificarlas todavía más: el claustro para los profesores, las aulas, los servicios”.

Después de nueve años, el P. Mario Ángel Flores asegura que la meta se cumplió: “puedo decir que se entrega, junto a lo que ya se tenía, algo que ha venido a enriquecer y a mejorar las instalaciones, tan necesarias para la educación. Y se logró gracias al apoyo de muchísimas personas, fundaciones, empresarios, que fueron descubriendo la importancia de esta universidad”.

Una ventana hacia la sociedad

Igual de importante era la parte académica donde, más que cambios, el sacerdote impulsó y creció la oferta educativa a través del área de extensión universitaria; es decir, más allá de las licenciaturas, doctorados e investigación que ofrece de ordinario la UPM en sus facultades.

Detalla: “Extensión universitaria es una parte abierta al gran público eclesial que quiere formarse. La UPM tenía y tiene esa vocación. Esa área pasó de tener un pequeño grupo muy selecto, a convertirse en una de las grandes ventanas hacia la sociedad. Se fue promoviendo por distintos medios, de tal forma que muchos sacerdotes, religiosas y laicos toman ahora cursos o diplomados”.

Actualmente, esta es una parte muy dinámica de la institución, que se ha ido complementando con una serie de conferencias y congresos, que buscan responder a la realidad política y social que vive el país.

“Es aquí –dice– donde se establece un diálogo con los ambientes, donde se invita a muchos actores sociales a hablar desde la universidad y a dialogar en la universidad”.

“Atender a los no especialistas que están necesitados de una formación sólida, y por otra parte, ser una universidad abierta al mundo y a sus problemas, son dos aspectos importantes que miran hacia un mismo objetivo“, añade.

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En este contexto, el sacerdote encontró el escenario propicio para dar cause a otro interés muy particular que fue procurando a lo largo de su rectoría: “considero que la UPM es la institución a través de la cual nuestros obispos pueden destacar los méritos académicos o de compromiso social de ciertas personas a través de doctorados  y reconocimientos”.

Fue así que la UPM confirió doctorados “honoris causa” no sólo a quienes se trabajan al interior de la Iglesia, sino a personalidades como al historiador y lingüista Miguel León Portilla; al ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Mariano Azuela Güitrón; al doctor en Ciencias Jurídicas Rodolfo Luis Vigo; al historiador Jean Meyer, y al empresario Lorenzo Servitje, así como reconocimientos a miembros de la sociedad que han realizado servicios destacados a favor del bien común.

La UPM otorgó dos doctorados Honoris Causa. Foto: UPM

La oferta académica

La propuesta académica de la UPM parte de sus cuatro facultades: Filosofía, Teología, Derecho Canónico y Ciencias y Humanidades. Esta última, sin embargo, tenía sólo la carrera de Derecho Civil. Fue el P. Mario Ángel quien dio a esta facultad mayor actividad, de tal forma que ha sido ahí donde se han desarrollado las grandes propuestas de la institución en los últimos años.



Por ejemplo, el Centro de Protección de Menores (CEPROME), un espacio de investigación y formación interdisciplinar para promover la protección de los menores, ofreciendo estudios especializados a las diócesis y congregaciones religiosas del país.

“Esta propuesta es para que la Iglesia tenga ambientes seguros, saludables, para todos, especialmente para los pequeños. Es una propuesta de la Iglesia Universal, pero es un proyecto realizado por la UPM, no sólo a nivel de la Iglesia en México, sino con repercusión hacia toda Latinoamérica”.

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Una dura prueba

La pandemia fue una gran prueba para la UPM, pues es sabido que la crisis sanitaria tocó de manera especial el corazón de las instituciones educativas, en dos sentidos: en el método de la enseñanza y en la caída de recursos económicos.

Los alumnos de todas las escuelas, entre ellas la Pontificia de México, se vieron afectados. El confinamiento y la separación, que se ha prolongado por más de un año y medio, ha limitado la enseñanza en muchos aspectos.

El P. Mario Ángel considera que si bien no se interrumpió totalmente la formación, sí se empobreció, pues “falta el encuentro, falta el diálogo, falta la formación de una comunidad, ya que no se puede hacer todo a través de las pantallas, las plataformas o los instrumentos tecnológicos”.

“Y naturalmente –agrega– también sufrieron los maestros, que han tenido que actualizarse, transformarse, encontrar la exigencia de los métodos digitales, y ahí se ha vivido toda una experiencia y una serie de retos (…) Hay que reconocer el esfuerzo de muchos maestros, directivos, decanos, que han puesto todo su empeño para que esto siga adelante”.

Por otro lado está la parte económica, y en este sentido, el rector de la UPM sabía que él era el único responsable de que la universidad siguiera caminando. “Podría decir que los momentos más difíciles de estos nueve años han sido estos últimos meses, donde los recursos se han hecho escasos, son difíciles de encontrar”.

Pero el rector destaca algo muy importante. Cuando parecía que todas las puertas se habían cerrado, descubrió que “la institución está en las manos de Dios; descubrí que esta institución eclesial está en el corazón de la Virgen María, nuestra madre espiritual, la Virgen de Guadalupe”.

Otro aprendizaje de la pandemia fue la importancia de estar “estar ahí” –dice– con constancia, empeño y esperanza. “En ningún momento los colaboradores más cercanos y un servidor dejamos de estar atendiendo las necesidades diarias de la universidad, y la gracia de Dios nos ayudó: aquí estamos”.

Un balance general

En términos generales, ¿cómo considera que deja a la institución?, ¿se siente satisfecho de su rectoría?

–La universidad creció académicamente durante este tiempo; creció en sus estructuras materiales, en sus elementos básicos para continuar su misión; creció en un 100% en cuanto al alumnado, desde el 2012 a la fecha; pero también creció en su relación hacia el exterior. Puedo decir que me siento satisfecho en lo personal. Pero me siento especialmente satisfecho por el trabajo realizado por todos los que aquí han hecho su tarea, muy especialmente los maestros, los colaboradores inmediatos. Y en ese sentido, quiero agradecer a todos los que han estado conmigo en este tiempo, porque ellos son la universidad; es una comunidad, y mi gran satisfacción es que esta comunidad siguió adelante, se consolidó, creció, se llenó en muchos momentos de entusiasmo -más allá de las clases, de los títulos-, de ese entusiasmo por ser parte de esta institución.

Universidad Pontificia de México

Universidad Pontificia de México.

Para el P. Mario Ángel Flores, un aspecto que no puedo dejar de resaltar es el haber logrado conectar al Episcopado Mexicano con UPM, a través de una comunicación más directa y estrecha: “creo que se logró hacer sentir la presencia del Episcopado, y desde aquí, hacer sentir a la Universidad en ellos. Esto lo llevo también como una experiencia de mucha satisfacción y de mucha gratitud”.

El proceso de relevo

Si bien el cargo de rector de la Universidad Pontificia de México es por tres años, con la posibilidad de ser reelegido, el P. Mario Ángel Flores permaneció por tres periodos, una concesión especial de la Congregación Pontificia de Educación Católica para el Gran Canciller de la institución, el cardenal Carlos Aguiar Retes, arzobispo primado de México, quien lo solicitó en su momento.

Es esta misma congregación la que establece el proceso de elección del nuevo rector, el cual también está plasmado en los estatutos de la UPM. El proceso es sencillo: se hace una consulta a los alumnos y a los docentes, y el resultado se publica y se lleva al Senado Académico. Éste, a su vez, forma una terna y la entrega al Gran Canciller, quien, junto con la Comisión Episcopal -conformada por ocho obispos- determina quién es el candidato que será presentado a Roma. Por estatutos, la Comisión Episcopal tiene la facultad de elegir a algún candidato de la terna o a un externo. La petición se envía a Roma y se espera la confirmación para que comience oficialmente el nuevo periodo de rector.

De este proceso salió electo para el siguiente trienio el Pbro. Dr. Alberto Anguiano, del clero de la Arquidiócesis de Monterrey, quien es licenciado en Teología Dogmática por la UPM y Doctor en la misma especialidad por la Universidad Gregoriana de Roma. Además ha sido maestro extraordinario de la institución que ahora presidirá.

Llamados a servir

A manera de mensaje a la comunidad de la UPM, el P. Mario Ángel Flores agradece por la amistad y respuesta que encontró tanto en los profesores como en los alumnos. Y su deseo es que la UPM siga siendo una comunidad eclesial, “que vea el futuro a través de Cristo, que vea a la sociedad como un espacio que Dios pone para servir, y que se entienda como un gran instrumento de la Iglesia para servir mejor al mundo”.

“Y que cada uno, con sus talentos, en la docencia, en el aprendizaje, en la investigación, nunca deje de preguntarse qué es lo que Dios le pide hoy delante de esta realidad y delante de su propia realidad; somos servidores, y estamos aquí para crecer con los dones que Dios nos ha dado, para crecer en las circunstancias en que estamos, pero siempre para crecer, para servir mejor a Dios, a la sociedad y a la Iglesia”.

Más allá del ruido en los medios de comunicación, debemos estar seguros que la Iglesia tiene especial preocupación en este tema.

Padre Mario Ángel Flores, rector saliente de la Universidad Pontificia de México

“Deseo que la UPM siga siendo una universidad que se distinga de todas las demás por su misión, su tarea, sus principios, sus programas, su entusiasmos, su proyección; una institución preocupada por el crecimiento del espíritu, por su capacidad de crecer y de darnos a los demás, y de responder a las situaciones que el mundo necesita”.

“Sintámonos siempre hermanos en Cristo; sintámonos siempre hijos de Dios; sintámonos siempre constructores del Reino de Dios al que Cristo nos ha invitado a participar”.

Este lunes 16 de agosto, en presencia del Gran Canciller de la UPM, el cardenal Carlos Cardenal Aguiar Retes, se inaugurará el nuevo ciclo académico 2021-2022. El P. Mario Ángel Flores, en calidad de rector saliente, dará un mensaje a la comunidad educativa, y posteriormente se llevará a cabo la instauración del rector entrante, el P. Alberto Anguiano.





Autor

Estudié Ciencias de la Comunicación y Periodismo en la Facultad de Estudios Superiores Aragón, de la Universidad Autónoma de México. Desde 2003 soy Editor General de la revista Desde la fe, órgano de formación e información de la Arquidiócesis Primada de México. Me he especializado en la fuente religiosa a través de cursos y diplomados. La tesis de licenciatura es "Exorcismos en el siglo XXI, ¿mito o realidad". 

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